Saturday, July 29, 2017

El Ego



Cada vez que leo a “un profeta” o un “apóstol” decretando o diciendo: “Yo profetizo” o “yo decreto”, no sólo veo el ego –el yoismo- por delante, sino la vanidad de presumir que sus palabras sí son inspiradas (vinculantes y refrendadas) mismas que no se aproximan a la humildad de Jesús –el hijo de Dios- quien nada presumió, mientras quienes se dicen seguidores Suyos no cesan en querer hacerse llamar “padres”, “líderes”, “profetas” o “apóstoles”, incluso valiéndose de la carta de otro megalómano a quien siempre llamé Saulo Pablo, quien, en un intento por apuntalar su ministerio (improbablemente menos inspirado que los 12 apóstoles) en cierta oportunidad llamó a aquello (escogidos directa y públicamente por el Señor Jesús) “súperapóstoles”, usando las siguientes palabras:
“…considero que en nada soy inferior a esos «superapóstoles.” (2Co 11:5) [NVI]
Mas yo pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles.” (2Co 11:5) [RVG]
¡Aquellos “superapóstoles” estuvieron 3 años con el Señor Jesús!
Ellos le vieron sanando, enseñando y orando muchas veces, sanando a los enfermos –conmovido quizá- llorando por la muerte del amigo Lázaro, luchando ante endemoniados o afligidos… ¿Es poco eso, presumido Saulo Pablo? Ellos vieron al Hijo de Dios, humanizado.
Desde luego, Saulo Pablo no estuvo en las tertulias de aquellas (ni participó en reparos) donde los 12 escogidos se preguntaban -quizá comparando méritos de unos versus otros- quién sería el más grande de ellos, una vez que el Maestro partiera.
Jesucristo dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. (Marcos 9:34).


Cuando Pablo dijo: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos ustedes…” (1Cor 14:18) ¿Presumía, o afirmaba algo que era cierto?


El servidor de todos no se jacta de su condición humilde. Alguien que esté seguro de ser quien sea no necesita el halago ni el reconocimiento de lo que se haga o sea y, aunque las apreciaciones sinceras son buenas personalmente, la lisonja de los halagos desfigura, atacando a lo inflable y voluble del ego.


El ego tiende en descarrilarse diciendo “soy más que tú” en lugar de dominarnos y evitar la vanidad grosera del engreimiento.


Cuando Miriam buscaba que Aarón la apoyara, ella quiso desplazar y descentrar el liderazgo -desde su hermano Moisés- hacia ella: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Núm. 12:2) poniendo en duda la credibilidad de aquel quien la había ganado por elección divina, por esfuerzo y lucha personal, mientras que ella lo obtuvo por efecto baraja y secundario, siendo ella hermana de Aarón y de Moisés.


Cuando Jesús aconsejaba no ser como fariseos o como aquellos que desean lisonjas, promovía la humildad humana de Sus apóstoles –no la vanidad del ególatra- que busca la fachada de la religión como catapulta a la fama y el dinero.


No te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado” (Luc 14:8-11) ¡Siéntate en el último lugar!... “cualquiera que se enaltece, será humillado.


No permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro, y todos ustedes son hermanos.” (Mat 23:8)


Hallo contradictoria la actitud egolátrica de aquellos que se autonombran “profetas”, “apóstoles”, etc. versus las enseñanzas de Jesús que promueven la humildad ¡sin sacerdocio! Ni envanecimiento por títulos nobiliarios de la realeza “espiritual”… Esto cesó cuando Tito destruyó el templo de Jerusalén y, además, ¿Ustedes y yo somos judíos?


“…ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo.” (1Pe 2:5)
Cuando alguien trata de justificar su vocación o decisión espiritual –trascendental- de servir a Dios, y comienza a mostrar faltas de autoestima, no sólo adolece de fe legítima, sino que desea ser visto como un ídolo y el resto de los creyentes ¿es menor que él o ella? ¿Tiene Dios al ególatra por favorito? (sólo Jesús alcanzó Su agrado):


Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mat 3:17)


Por favor, ponga en duda a todo aquel que se haga llamar ángel iluminado o ungido. Aléjese, tan pronto como pueda, de aquellos que se hagan llamar “apóstoles”, “maestros” “o profetas” pues, si ha leído bien la Biblia, notará que ninguno de sus siervos presumía de ello.


La única excepción es el Señor Jesús:


Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado…” (Lucas 1:76).


El enviado (ἀπέστειλεν) de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da Su Espíritu sin restricción. El Padre ama al Hijo, y ha puesto todo en sus manos.” (Juan 3:34-35) [NVI]


¡Claro está! El hecho de que Pablo luzca o parezca -en cierta medida- megalómano, narcisista, pueril y presuntuoso, no lo desacredita de un todo (aunque se muestren esas flaquezas que tenemos o escondemos).


No tengo manera de saber si todas esas trece epístolas fueron escritas por él pero, Hebreos, no lucen como las otras cartas paulias, mismas que se caracterizan por su ego.


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